OPS advierte sobre aumento de casos de dengue en América Latina
10 de abril: Día del investigador científico
Celebramos hoy, 10 de abril, el día del Investigador Científico en homenaje al natalicio del doctor Bernardo Houssay (1887-1971), primer Premio Nobel de América Latina en medicina y cofundador del CONICET.
En esta fecha se recuerda el nacimiento del doctor Bernardo Houssay (1887-1971), eminente científico argentino cuya trayectoria marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la ciencia en nuestro país. Cofundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, Houssay obtuvo el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1947. La celebración de este día constituye un reconocimiento a quienes hacen de la actividad científica su elección de vida y, con gran vocación aunque no sin dificultades, contribuyen a un mayor bienestar general. La ciencia y la tecnología merecen un lugar central entre las prioridades del país ya que son factores principales para el crecimiento económico de las naciones, generando en interacción con el sector productivo importantes innovaciones que contribuyen al desarrollo sustentable.
Houssay creó el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Desde allí realizó junto con sus colegas más de mil trabajos en endocrinología, nutrición, farmacología, patología experimental, glándulas suprarrenales, páncreas, hipertensión, diabetes y otras áreas abarcadas por la fisiología. Entre sus discipulos se encontraba otro futuro Nobel, el Dr. Luis Federico Leloir. Conviene recordar que el primer Nobel argentino fue el Dr. Carlos Saavedra Lamas, por la Paz en 1936.
¿Qué descubrió Houssay?
Fue uno de los primeros científicos en entender qué causa la diabetes, un trastorno caracterizado por un nivel demasiado alto de glucosa en la sangre.
Hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la enfermedad una pandemia, ya que afecta a más de 420 millones de personas en todo el mundo.
A comienzos del siglo XX ya se sabía que estaba relacionada con la falta de insulina, pero no se entendía qué causaba ese proceso.
En esa época el enfoque científico estaba puesto en cómo crear insulina para ayudar a los pacientes.
En 1921 dos médicos canadienses, Frederick Banting y Charles Best, consiguieron aislar la insulina y junto con otros expertos lograron purificar insulina obtenida de páncreas bovinos. Por esto, obtuvieron el Premio Nobel en 1923.
Ese mismo año, Houssay tuvo acceso a la investigación canadiense y pudo purificar insulina en Buenos Aires, lográndolo incluso antes de que lo hicieran científicos en Europa.
Pero su aporte más grande al tratamiento de la diabetes llegaría después, cuando fue el primero en asociar la enfermedad con la glándula pituitaria, también conocida como hipófisis.
Observó que sus pacientes diabéticos tenían una glándula pituitaria hiperactiva. Fue así como dedujo que las hormonas que produce esta glándula debían ser responsables de regular los niveles de azúcar en sangre.
Fue una figura clave en el desarrollo de la ciencia en Argentina. Fruto de su infatigable labor es la creación de numerosos institutos de investigación y la formación de varias generaciones de científicos. Graduado de médico con Diploma de Honor en la Universidad de Buenos Aires, fue uno de los impulsores de la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), que presidió hasta su muerte, el 21 de septiembre de 1971. Además, creó el Instituto Experimental de Biología y Medicina, y cofundó la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias.
El premio Nobel recibido por el Dr. Houssay no le sirvió para aminorar las tensiones que tenía con el gobierno peronista: expulsado de su cátedra y en forma privada, Houssay creó el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Desde allí realizó junto con sus colegas más de mil trabajos en endocrinología, nutrición, farmacología, patología experimental, glándulas suprarrenales, páncreas, hipertensión, diabetes y otras áreas abarcadas por la fisiología. Entre sus discipulos se encontraba otro futuro Nobel, el Dr. Luis Federico Leloir. Conviene recordar que el primer Nobel argentino fue el Dr. Carlos Saavedra Lamas, por la Paz en 1936.
Además del premio real a sus logros, en noviembre de 1970, Houssay ya postrado, tuvo la alegría de saber que la Academia de Ciencias de Estocolmo había concedido a su discípulo Luis Federico Leloir, el premio Nobel de Química por el descubrimiento de los nucleótidos de azúcar.
Entre sus frases noveles podemos leer: “Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia”.
“La ciencia no tiene patria pero el hombre de ciencia sí la tiene”
“Los becarios pudimos estudiar gracias a los recursos aportados por todos nuestros compatriotas y tenemos el deber de retribuirles trabajando aquí y tratando de sacar adelante el país”.
“Los sabios llegan a serlo,a pesar de la pobreza o la riqueza, no por ellas«.
En 1967, en el 80º aniversario de su nacimiento, Houssay seguía trabajando activamente y afirmó: «Aún no me he muerto ni pienso dejar de trabajar«.
«Hay que tomar a la libertad como base de la evolución de las ciencias, y que la Universidad sin ella no podía cumplir con su cometido, ni tampoco sabría dar la consecuencia de su constructivo significado«.
Mirando hacia atrás, podemos decir, que la obra de Bernardo Houssay legitimó a la sociedad argentina. Después de él, la Argentina no se constituyó, solamente, en pos del poder o del lucro sino ensanchando las fronteras del conocimiento. Pero es necesario, también, darse cuenta de que esta tarea de legitimación no ha concluido sino que, en realidad, comienza con cada generación.